Escribe Tomy Megna, Director Ejecutivo de Learning by Helping.
Cuando escucho hablar del impacto de la inteligencia artificial (IA) en la educación, no puedo evitar imaginar a una maestra o maestro preguntándose si esa tecnología podrá algún día percibir el brillo en los ojos de sus estudiantes cuando finalmente logran comprender algo que les resultaba difícil, o sustituir el abrazo que los reconforta tras un mal día. La IA es fascinante, sí, pero la auténtica revolución está en la enseñanza, en la mirada atenta y la palabra oportuna de quienes dedican su vida a educar.
En América Latina y el Caribe, los desafíos son urgentes. La agenda de incorporación de tecnología en la educación avanza a un ritmo más acelerado que el de la capacidad de los sistemas educativos de formar a sus docentes, y esa es sólo una parte del problema.
Según el “Informe mundial sobre el personal docente: afrontar la escasez de docentes y transformar la profesión”, publicado por la UNESCO, para garantizar la matrícula universal en primaria y secundaria de aquí a 2030, nuestra región necesitará 3,2 millones de docentes adicionales —de los cuales 2,8 millones corresponderán a reemplazos por abandono y 0,3 millones a nuevas contrataciones—. Al mismo tiempo, hoy solo 4 de cada 10 países tendrán suficientes maestros para primaria, y ese porcentaje cae a menos de 1 de cada 5 para secundaria si no actuamos con decisión.
Iniciativas como la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación – Trayectoria docente. (CINE-T) son un instrumento clave para pensar esta problemática, porque nos ayuda a clasificar y comparar los diferentes programas de formación inicial docente en los países de la región, facilitando su análisis, acreditación y mejora. Pero allí no se acaba el asunto. Cada país enfrenta desafíos distintos y necesita respuestas adecuadas a su contexto y su población. Tomemos por ejemplo lo que sucede en tres de los países con sistemas educativos más complejos:
- México avanza con el marco CINE-T de la UNESCO para elevar estándares de calidad docente, pero requiere fortalecer la formación continua para que esos lineamientos se traduzcan en prácticas diarias.
- Argentina exhibe una ratio de 25 estudiantes por docente capacitado en primaria, una de las más altas de la región, lo que refuerza la urgencia de sumar maestros y mejorar sus competencias.
- En Colombia, el 53 % de los directivos escolares reporta carencias de docentes cualificados y afirman que se necesita consolidar comunidades de práctica para que se compartan metodologías y aprendizajes.
- Si hablamos de la cuestión salarial, la brecha entre países se hace aún más compleja: Colombia tiene uno de los salarios docentes más altos de la región, por encima del PIB per cápita (USD 2055), mientras que Argentina presenta el más bajo de los tres países (USD 516). México tiene salarios bajos en relación con el PIB (USD 613), pero mejor progresión en la escala.
Habitamos un tiempo marcado por la incertidumbre. Por un lado, existe la urgencia de construir un mundo más sostenible, es decir, de cubrir las necesidades actuales sin comprometer a las generaciones futuras, manteniendo el equilibrio entre el desarrollo económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Por otro lado, está el temor de que la IA, o cualquier otra tecnología, pueda reemplazar a los docentes, en un contexto de caída del prestigio de la profesión. Todo esto dibuja un panorama desalentador.
¿Qué podemos hacer para no perder el amor a la enseñanza en un contexto tan desafiante? ¿Pueden los y las docentes ser los embajadores de la sostenibilidad? Estas preguntas fueron las que nos llevaron a iniciar un trabajo conjunto entre Learning by Helping y UNESCO, que se materializó en la primera edición de nuestra Certificación Docente en Innovación Social para el Desarrollo Sostenible. Así, trabajamos juntos para convertir el dolor en acción.
En esa primera instancia, más de 5000 educadores de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, México, Uruguay y otros países de América Latina se formaron utilizando una metodología que permite crear soluciones a problemas reales, partiendo de conocer profundamente su contexto y las problemáticas que lo atraviesan, empatizar con su comunidad y diseñar proyectos de manera colaborativa.
El compromiso que asumimos -y que seguimos asumiendo- es altísimo. Como señaló Zelmira May, Especialista en Educación de la UNESCO: la formación de nuestros docentes es fundamental y el tiempo que dedican a mejorar es invaluable. No podemos fallarles.
Nos enorgullece saber que esta propuesta no solo ha potenciado la forma de enseñar, sino que ha permitido que docentes con más de 20 años de trayectoria se enamoren nuevamente de su profesión o que otros sintieran el impulso para liderar proyectos que aporten al Desarrollo Sostenible, aún cuando los contextos no son los mejores. Los resultados nos demuestran que la llama de la pasión está más presente que nunca, y que es promover espacios que ayuden a encenderla aún más.
¡Todo esto nos ha llenado de energía! Por esa razón, en 2025 renovamos nuestro compromiso y alianza con UNESCO. En junio abriremos la convocatoria para la segunda edición de la Certificación, que se desarrollará entre los meses de septiembre y diciembre de este año. Queremos llevar la educación para la sostenibilidad a todas las aulas del planeta. Juntos seguiremos construyendo un movimiento educativo que no se detiene.
El entusiasmo que generó la primera edición no sólo ha mostrado que hay mucho por hacer, sino que también es un llamado de atención: en un contexto donde algunos gobiernos están relegando la agenda de sostenibilidad, es clave mantener vivas las iniciativas que forman a quienes hacen posible el cambio. Los docentes que formamos el año pasado hoy cuentan con más herramientas —desde la gestión de equipos hasta la evaluación de impacto social— para transformar a sus escuelas en agencias de cambio.
La docencia tiene que convertirse en una profesión altamente colaborativa, con énfasis en la reflexión, la investigación, la creación de conocimiento y la innovación. Y aquí es donde radica el cambio, en las metodologías para promover un cambio positivo. Por esa razón, desde Learning by Helping estamos convencidos de que el camino está en utilizar los recursos que tenemos a disposición para llevar lo humano a su mejor expresión.
Porque la revolución educativa no está en los algoritmos: está en la pasión y la mirada de quien enseña. Y esa, queridos colegas, nunca la podrá replicar una máquina.