Deportes
21 de Octubre de 2025
La fuerza como aliada en la vida activa de las mujeres
La edad no es un límite sino un motivo para empezar.
Durante mucho tiempo se pensó que el entrenamiento de fuerza era territorio exclusivo de los hombres o de atletas de alto rendimiento. Sin embargo, hoy la evidencia científica y la experiencia de miles de mujeres en todo el mundo han derribado ese mito. Cada vez más mujeres se acercan a las pesas, a las bandas elásticas y a otras formas de trabajo muscular, descubriendo que no solo cambia su cuerpo en lo estético, sino que también mejora su bienestar integral.
El cambio de mirada tiene que ver con comprender que el músculo no es un adorno, sino un tejido vivo que protege huesos, articulaciones y órganos, y que, con el paso de los años, puede marcar la diferencia entre vivir con limitaciones o hacerlo con autonomía.

La fuerza como aliada en la vida activa de las mujeres

La edad no es un límite sino un motivo para empezar



En el ámbito de la fisioterapia y la medicina deportiva existe consenso: a partir de los 30 años, el cuerpo femenino comienza a experimentar una pérdida gradual de masa muscular. Este proceso, conocido como sarcopenia, avanza con los años y repercute tanto en la fuerza como en la movilidad cotidiana. Frente a este escenario, el entrenamiento con resistencia surge como una herramienta capaz de frenar ese deterioro, conservar el tono muscular y sostener una postura firme y equilibrada.

Superada la barrera de los 40, los beneficios se multiplican. El tejido óseo se vuelve más vulnerable, sobre todo tras la menopausia, cuando la reducción de estrógenos incrementa la probabilidad de osteoporosis. Practicar ejercicios de fuerza estimula la densidad de los huesos, fortalece tendones y ligamentos y se convierte en un aliado silencioso que protege frente a caídas y lesiones.

Lo más inspirador es que nunca es demasiado tarde para empezar. Incluso quienes nunca habían entrenado antes notan cambios visibles después de unos meses de práctica constante. Eso sí, al dar los primeros pasos conviene atender a los detalles: el soporte del calzado es determinante. Elegir zapatillas de mujer diseñadas para entrenamiento de gimnasio aporta estabilidad, mejora la absorción de impactos y brinda seguridad en movimientos como sentadillas, estocadas o saltos, donde una pisada firme puede marcar toda la diferencia.

La energía que transforma el día a día


El trabajo con cargas no solo modifica la fuerza física, también la percepción del propio cuerpo. Las mujeres que incorporan estas rutinas afirman sentir más energía en sus actividades cotidianas: subir escaleras, cargar bolsas del supermercado o jugar con sus hijos se vuelve menos agotador.

A su vez, el entrenamiento de fuerza acelera el metabolismo, ayudando a regular el peso corporal y facilitando el control de la composición corporal, al aumentar la proporción de masa magra frente a la grasa. Esto no implica necesariamente alcanzar un cuerpo voluminoso, como a veces se teme, sino modelar una figura más definida y funcional.

Los beneficios trascienden lo físico. La práctica regular de fuerza tiene efectos positivos sobre el equilibrio hormonal, favoreciendo la liberación de endorfinas y otros neurotransmisores que ayudan a reducir el estrés y la ansiedad. En etapas como la menopausia, este tipo de ejercicios contribuye a mitigar síntomas como los sofocos o los cambios de humor, ofreciendo una herramienta natural y poderosa para transitar este período.

Cómo empezar sin miedo


La fuerza como aliada en la vida activa de las mujeres

A pesar de la evidencia acumulada, aún persisten ideas que frenan a muchas mujeres a la hora de animarse con el entrenamiento de fuerza. Una de las creencias más repetidas es que levantar pesas genera un volumen muscular excesivo. Sin embargo, lograr una hipertrofia marcada requiere una combinación de factores muy específicos —genética, alimentación y programas de alta intensidad— que no forman parte de la práctica habitual. Lo que la mayoría experimenta es un aumento de fuerza, mayor tonicidad y una silueta más definida, sin perder feminidad.

Otro mito extendido sostiene que la fuerza no ayuda a controlar el peso. La realidad apunta en otra dirección: el músculo es un tejido metabólicamente activo, lo que significa que incluso en reposo consume más energía que la grasa. Esto se traduce en un metabolismo más alto y en un gasto calórico sostenido a lo largo del día, algo que potencia la pérdida de grasa y la regulación del peso corporal.

Dar el primer paso suele ser lo más desafiante. Muchas sienten cierta inseguridad al ingresar a la sala de pesas, un espacio que durante años estuvo marcado por la predominancia masculina. Sin embargo, los gimnasios actuales promueven entornos inclusivos, con entrenadores preparados para adaptar rutinas a distintos niveles y objetivos, de modo que cualquier mujer pueda comenzar de manera segura.

La recomendación inicial es sencilla: trabajar con cargas moderadas y prestar especial atención a la técnica. Movimientos básicos como sentadillas, peso muerto ligero, press de pecho o planchas constituyen una base excelente para ganar confianza. Con el tiempo, se pueden sumar modalidades diversas, desde máquinas guiadas hasta mancuernas, barras o incluso el propio peso corporal.

Un horizonte abierto de posibilidades


Pensar en el entrenamiento de fuerza como una moda pasajera es reducirlo demasiado. La evidencia médica lo respalda, la experiencia de miles de mujeres lo confirma, y las generaciones más jóvenes lo incorporan con naturalidad. Tal vez lo más valioso sea que no existe un único modo correcto de hacerlo. Cada mujer puede adaptar los ejercicios a su edad, a su contexto, a su historia corporal.

Y para acompañar este proceso, contar con el equipamiento adecuado marca la diferencia. En Vaypol es posible encontrar calzado específico para training, ropa técnica que favorece la movilidad y accesorios que facilitan los entrenamientos en casa o en el gimnasio. Tener a mano los elementos correctos no solo ayuda a entrenar con seguridad, también potencia la motivación para sostener el hábito.

El futuro de la actividad física femenina parece inclinarse hacia prácticas más diversas, donde la fuerza se combina con el movimiento, la flexibilidad y la resistencia. Y en esa integración aparece la posibilidad de diseñar una vida más activa y plena, no solo por lo que se ve en el espejo, sino por lo que se siente al moverse con libertad.
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