Escribe Enrique Carrier sobre la idea de Arsat de salir a la Bolsa en 2025.
La salida a bolsa es de por sí una tarea compleja. Además de todos los procesos administrativos y regulatorios que requiere, en este caso en particular se ve
potenciada por la necesidad de poner en valor el 49% del paquete accionario (el máximo permitido bajo el estatus actual de la empresa). Más aun considerando que, según los entendidos, sus gastos operativos son cubiertos con sus ingresos por ventas, pero las inversiones (capex) son financiadas principalmente vía Fondo del Servicio Universal.
Hoy
Arsat cuenta con 5 grandes activos para ofrecer a un posible socio-inversor: la REFEFO, los satélites, la red de TDA, el datacenter y el espectro para 4G y 5G. Cada uno de éstos presenta sus particularidades.
La REFEFO, con más de 30.000 km de extensión, es una red mayorista concebida para dar conectividad allí donde los privados no lo hacen por razones de rentabilidad. Sin tener que recuperar la inversión realizada, tiene el atractivo de generar flujo de caja.
La gran cuestión es si un socio estará dispuesto a invertir en su expansión, teniendo en cuenta que debe cubrir áreas que no son atractivas para operadores privados. Al mismo tiempo, cabe preguntarse si sería razonable que una Arsat semi privada siga recibiendo subsidios con la misma facilidad que una Arsat enteramente estatal. Visto así,
la expansión de la REFEFO podría estar seriamente comprometida.
En el caso de los satélites, su valor es mucho menor al que la mayoría imagina. Esto se debe a dos razones: su tecnología y lo que les resta de vida útil. Ambos satélites en operación (Arsat 1 y Arsat 2) son tecnológicamente de dos generaciones atrás, con una capacidad de datos muy limitada en comparación con la oferta actual (satélites GEO pero HTS y constelaciones LEO). A eso hay que sumarle que
ambos ya superaron la mitad de su vida útil, de alrededor de 15 años. El Arsat 1 fue lanzado en 2014, con lo que debería salir de servicio en 5 años (2029). El Arsat 2, lanzado en el 2015, debería salir de servicio en 6 años (2030). En otras palabras, su valor está representado por los ingresos que puedan generar manteniendo los servicios actuales durante los próximos años.
Ingresos que tenderán a la baja considerando las condiciones actuales del mercado satelital, con una oferta que se está multiplicando, ofreciendo mejores prestaciones a menor precio. En el caso del satélite Arsat SG-1 (alias Arsat 3), si bien tecnológicamente es de la generación posterior a los existentes (GEO HTS), presenta muchas dudas. Una es si y cuándo estará en operaciones (en teoría sería en el 2025 aunque se especula que podría ser más adelante). La otra tiene que ver con su viabilidad económica en momentos en que hay un gran movimiento de la conectividad satelital hacia las constelaciones LEO, hoy liderada por Starlink y, en menor medida, OneWeb, a la que se sumarán nuevas constelaciones actualmente en diseño y/o despliegue, como Kuiper y otras.
El datacenter de Arsat es categoría Tier III (la más alta es Tier IV), lo que
lo hace interesante en un entorno donde la nube está cada vez más presente. No quizás para albergar servicios como los de AWS, pero lo suficientemente bueno para otros usos y como para apuntar a expandir su base de clientes en el sector privado.
La red de TDA es quizás el activo menos valioso por diversos motivos. La TV abierta (analógica o digital) pierde su atractivo en un mundo dominado por la TV paga y, crecientemente, por el streaming. A eso hay que sumarle que muchos de los canales que transporta la red de TDA son morosos estructurales. Una alternativa en estudio es que este activo sea desafectado del patrimonio de Arsat para ser transferido a RTA, empresa pública que administra los medios de comunicación propiedad del Estado.
Finalmente,
el más atractivo y a la vez polémico de los activos de Arsat: el espectro para comunicaciones móviles. En dos oportunidades, el regulador otorgó espectro al operador estatal. Primero en el 2014, cuando le reservó, con carácter preferencial, espectro apto para servicios 4G (y que nunca se utilizó desde entonces). Luego, en el 2023, cuando el Enacom directamente le asignó espectro para 5G. Más allá del interés que genera, es bueno recordar que
el espectro no tiene valor intrínseco. Sin una red que lo utilice, sólo tiene valor potencial. Adicionalmente hay que considerar que el del espectro es apenas una pequeña fracción del costo total de desplegar una red móvil, lo que requiere de miles de radiobases conectadas (mayormente con fibra óptica) al core de la red que se ocupa de su gestión.
Es bajísima la probabilidad de que Arsat (o un tercero) despliegue una nueva red móvil. Se necesitan muchos millones de dólares y tiempo para ingresar a un mercado maduro. Así, la única opción económicamente viable es la utilización de ese espectro a través de alguna/s de las redes de los operadores vigentes (Claro, Movistar o Personal). Y ahí es donde la cuestión se puede tornar espesa. Una pregunta del estilo
“¿encima que le dieron el espectro gratis, yo tengo que poner mi red a disposición?” no sería extraña entre los operadores. Está claro que
el tema espectro puede ser el más espinoso y cuestionable de todos los que involucran a la pretendida salida a bolsa de Arsat.
Con este panorama, son varias las preguntas que surgen en relación a cómo será el proceso de ajuste del plan de negocios así como la puesta en valor de los activos de la empresa. Las mismas incluyen si es viable que una empresa con participación privada sea receptora de recursos del FSU y en consecuencia cómo se financiará la ampliación de la REFEFO, qué decisiones estratégicas se tomarán en torno a los satélites y la red de TDA, cuál será el tratamiento del espectro para que pueda ser utilizado efectivamente.
Una vez develado cómo se abordarán estas restricciones se podrá tener alguna idea del perfil del privado inversor, considerando que estará en condiciones de minoría y expuesto a los vaivenes de la política.
Quizás el beneficio colateral más inmediato del intento de salida a bolsa de Arsat será que
finalmente se conocerán los números reales de una empresa cuyos balances no se aprueban desde el 2019. Llegará la hora de la verdad.
Artículo publicado en Comentarios.info.